Alberta, la mosquita muerta
cuando chica sufrió ceguera,
aunque fue ceguera pasajera.
Tan juguetona era la Alberta
que un buen día pajareando
se decidió a volar de cabeza.
Alegre volaba muy contenta
riendo, mirando a todos lados;
quedó estrellada en una puerta.
Burros verdes con trompetas,
grillos enormes, todos bailando
en la pobre cabeza de Alberta.
Así quedó, moreteada y lerda.
Mamá y Papá muy asustados
porque quedó viendo leseras
fueron al Doctor de emergencia.
La llevaron al Mostalmólogo, aquel que atiende a los Moscos de sus ojos. Llegaron donde el Doctor Orozco, el mosco.
Orozco era un Doctor muy gruñón, mirón y tosco, pero del basural, el mejor Doctor de Moscos.
Al verlos agitados y temblorosos, accedió ver a su Hija casi muerta, pues no atendía pacientes menores; para él, los Moscosos chicos eran los peores.
Examinó a Alberta que estaba casi muerta, y de mala gana le dijo: párate aquí y te quedas muy quieta.
Alberta, que de por sí era muy inquieta, obligó a Mamá Mosca que la sostuviera de un ala para que no se moviera.
Orozco, el gruñón Doctor Mosco le dijo, luego de mirarla por todos lados: Mira con todos tus ojos hacia allá, ahora a la Mamá, al Papá, al suelo, al cielo, para atrás, girando y ahora, fíjalos en mí.
Con tanto esfuerzo, Alberta se mareó y sin quererlo, parada se hizo pipí.
Orozco el Mosco, enfadado gruño: Por eso no me gusta atender Moscosos chicos. Siempre hacen lo mismo; de pie y en mi dulce alfombra se hacen pipí.
Terminada la consulta, a Mamá Mosca le entregó su diagnóstico: Alberta, la mosquita casi muerta, sufría de ceguera pasajera y para ello, tendría que usar lente por toda la primavera.
¡Gracias Doctor Orozco! -gritó jubilosa y agradecida la Madre Mosca.
No me dé las gracias Señora Mosca, y en la receta repare: Su Hija muy mal se ha portado, así que en castigo usará lentes, pero lentes de contacto para cada ojo y deberá cambiárselos a diario y guardar reposo.
Sorpresa causó en todos. Papá Mosco no lo creía y Mamá Mosca se hizo la tonta. De igual forma todos salieron apenados por el largo tratamiento, incluso Alberta que, aunque no estaba muerta, entendió que debería aceptar el cruel castigo para sanarse de su ceguera pasajera.
Con un par de lentes hubiese sido fácil y la espera llevadera, pero con lentes de contacto en cada ojo y además cambiándoselos a diario, sería una tarea tan ardua que para jugar no le quedaría tiempo ni ideas.
Tan solo imaginen a nuestra pobre Alberta, la mosquita muerta, intentando poner cada lente de contacto en cada ojito y con mucho tacto, y al otro día de lugar cambiándolos.
Por 3 meses, Alberta no fue la Mosca juguetona y traviesa disfrutando su primavera, sino una mosca loca por sanarse pronto y volver a seguir jugando a volar de espalda, de cabeza o como fuera.
Aunque no vale la pena preguntarse ni contarles qué fue del Doctor Orozco, un secreto habré de confesarles: Orozco el Mosco, gruñón y tosco al despedirlos y cerrar la puerta, recordó el accidente de la mosquita muerta llamada Alberta y se echó a reír a carcajadas por el tratamiento dado a aquella Moscosa tan inquieta. Fue tanto lo que rió y rió y de tan buena gana, que sin darse cuenta de un cabezazo en su propia puerta perdió la cabeza y encima, un ojo.
Una Hormiguita cabezona, caminaba cabizbaja y muy sola.
Venía del trabajo que hoy, a pleno Sol, había resultado aun más pesado. ¡Y como no! si todas sus compañeras rieron y festinaron de ella a destajo.
Realmente hay días y días..y hoy, no se debería haber levantado y mucho peor, no debiese haberse despertado.
Suspirando mientras caminaba, recordaba aquella mañana en que sus ojos se abrieron tras un exquisito y dulce sueño en el que viajaba por mil y un parajes luciendo una armadura plateada, conquistando nichos y derrotando fieros Dragoneacos Osos Hormigueros.
Así es. Muy temprano sonaron sus despertadores. Algo atontada y de paso asustada, se levantó para arreglarse y salir a otra larga, fatigadora pero alegre jornada.
Zapatos listos, su traje negro impecable para el saludo a la Reina alada, pero una vez cerca del espejo.... ¡¡ GUAAAAAU !! ¡¡ QUÉ PASÓ AQUÍ !! .. retumbó por cada nido y en todos los departamentos del hormiguero..y aun más allá.
SU CARA. No, ¡SU CABEZA! ¡Era del porte de una calabaza gigante! ¡¿Qué sucede?! Se dio vuelta asustada...tropezando con ella misma. Luego se volvió tímidamente y.. ¡Sí, ahí estaba!
Una cabezota 3 veces más grande de lo que desde pequeñita acostumbraba.
¡ Nooooooooooooooooooooooo ! Pero como ha sucedido esto -se preguntaba, intentando posar su cabeza -hoy cabezota, en sus manos, manos que hoy no la resistían ni la soportaban.
¡Tan bello sueño, tan laaaarga noche de descanso para esto! -gritó y vociferó por el vecindario. Abría y cerraba su puerta, a golpes dando vueltas vociferando por sus aposentos.
Y encima es hora de salir ¡y no puedo irme así! Pobre Hormiga..si hasta el espejo de ella se compadecía.
Tuvo que salir, cabeza gacha y con una bufanda enrollada intentando simular que solo iba un tanto abrigada, pese al calor que desde temprano a su tierra asolaba.
Era mirada en su trayecto al caminar aun atontada. No. Debo admitir que la pobre no tan solo era "mirada" en su trayecto por cada integrante de aquel gran nido, sino que se iba sintiendo "vejada". Todos quedaban espantados al verla continuar su paso como si nada.
¿Qué es eso que viene caminando, ahí? -murmuraban. Era tanto el alboroto que atrás dejaba, que la vergüenza casi la respiración le quitaba.
Pobre Hormiguita. Así transcurrió todo su día. Negro como su trabajado cuerpo. Transportó comida cada hora del día siguiendo a sus pares y seguida por las demáses. Pasó la tarde sin hablar. Ya bastante tenía con que la miraran de arriba abajo y le dedicaran unas risitas cansadas pero hostigadoras.
Llegó por fin la hora del de término de la jornada. Nunca lo había deseado con tanto fervor. Dejó sus cosas, pasó a las duchas. Aun conservaba y del mismo tamaño, aquella cabezota con la cual hoy se vio despertada.
Salió a trancos largos y se adentró por las oscuras calles que aun mantenían en sus adoquines el calor de un sol quemante.
A saltitos continuó hasta que ya se refrescaba de a poco su andar.
Sin embargo, de un momento a otro sintió un pequeño golpe y luego el estruendo de “algo” que se hubiese derribado justo a su lado.
Se quedó inmóvil, alerta. Sus antenitas desvariando.
Una gran sombra no le permitía ver más allá de sus narices. Tras una ojeada cuidadosa, paso a paso se fue dando cuenta que aquel tumulto abandonado con la fuerza de la gravedad en su contra, era un hombre…un…. ¡un hombre!
Si saber como, había botado a ese humano. Enoooorme fue la adrenalina que la sobresaltó y le hizo olvidar tan rápidamente el calvario que había significado ese día.
¡Lo boté yo, YO SOLITA! –se repetía una y otra vez, mientras continuaba su camino mirando hacia atrás y golpeándose el pecho de orgullo. He votado solita a un humano que aun no puede volver en sí…¡y todo gracias a esta cabezota!
Así, esta Hormiguita Cabezona encontró sin querer queriendo una salvadora forma de torcerle la mano a un desdichado día; se dedicaría a botar humanos.
PAMMM, CRAFFFF, ¡AYYYY! … comenzaron a tronar en el suelo tras cada caída, mientras ella a escondidas, no se podía su cabeza de tanto orgullo y maliciosa risa.
PAMMM, CRAFFFF, ¡AYYYY!… siguieron cayendo a lo largo de la noche.
Cruzando un puente, se encontró frente a frente con 2 hombres avanzando hacia ella embarazosamente abrazados. Uno dando zancadas fuertes debido al peso del otro que en él iba apoyado. Los vio y decidió que lo mejor era botar a ese que soportaba el peso del otro y así caerían ambos. Puso su cabezota en el momento exacto y ¡PAAAAF, AYYYY!, ambos cayeron juntos y de lado. Aun adoloridos y ella petrificada mirando, se los quedó escuchando, pues el segundo se reía tan sonoramente del primero que ella de a poco se fue contagiando. Se apretaba la guata de verlos y escucharlos, pues uno decía entre su risa: ¡Seguramente me dirás que te botó una Hormiga Cabezona, bendito amigo que además me has estado cargando. Estás mas ebrio que yo ¡Jajaja!
Rió y rió de buena gana y su paseo siguió.….hasta que sin darse cuenta nuevamente, a un hombre barrigón y de gran tamaño botó sin desearlo. Con tal mala suerte, que aquel hombre cayó encima del Hormiguero.
Todas sus hermanas y compañeras de trabajo y aposentos salieron disparadas. La gran torre exterior de su Hormiguero fue completamente destruida y hasta la Reina tuvo que salir corriendo con ayuda de sus escoltas.
Mientras tanto, nuestra famosa Hormiguita Cabezona pensando que había bajado a otro mortal y ordinario humano reía de buena gana, emprendió camino de vuelta a casa hasta que, casi cuando terminaba de recorrer el cuerpo de aquel ultimo ser abatido, no vio la torre característica de su hogar.
Dio la vuelta, miró en todas direcciones y escaló el cuerpo inconsciente de aquel hombre y, al ver su cabeza reposando en la tierra, comprendió que esta última vez su juego la llevó a provocar el derrumbe completo de toda su comunidad y sofocada por el terror emprendió una huída veloz, antes que los guardias de palacio comenzaran a indagar sobre el por qué de aquel hombre en sus tierras.
Corrió y corrió toda la noche sin descanso alguno, sin mirar atrás y sin cansancio, aun soportando tan grande cabezota sobre sus hombros. Corrió y corrió hasta que sin saber cómo ni cuando derrotada e inconsciente cayó.
Deben haber pasado días.
Al despertar, aun tambaleante, se dio cuenta que estaba en SU hogar, en SU cama y, al encontrarse sin dificultad frente a su espejo, pudo comprobar que todo y cuanto pasó había sido solo un sueño.
Salió de buena gana a dar un paseo y al llegar a la esquina, encontró una multitud de sus amigos que, aparte de no tomarla en cuenta, estaban distraídos observando una enorme sombra a lo lejos. Al parecer, durante la noche, había andado rondando una gran Hormiga y según las voces de quienes aseguran haberla visto, aquella se dedicó a jugar botando a todo humano que se topaba en su andar y serían miles los damnificados en otros Hormigueros gracias a su mal habido obrar.
¿Un sueño? –se maldijo por dentro. ¡Pero si estoy normal! Mi cabeza ha vuelto a ser la misma y nadie siquiera me mira. Qué habrá pasado…¿seré yo?
Brisa, la pequeña sufre de pena, se siente muy herida y por eso a solas llora su desdicha.
La niña traviesa es alegre y va por el mundo jugando pero de sus deberes se ha olvidado.
Para Dn Viento un motivo suficiente de escarmiento pues como Padre es buen justiciero.
Era su regalona era cierto, pero abusaba de su dicha. Brisa tendría una reprimenda merecida.
Su consentida una mascota a gritos pedía pataleando pero solo consiguió rotundos rechazos.
Su hija pequeña recibió ejemplar el castigo merecido. y hubo de hacer por días mucho mérito.
Su niña, Brisa el castigo la hizo más bella y querida frente a su Padre, entera y más digna.
Brisa, la consentida en sus brazos cobija el ansiado regalo aquella mascota, la Nube más juguetona con quien podría pasear por los cielos viajando acompañada, regalando afectos.
Su voz transformada en trueno resonaba cuidándola desde lejos; era Dn Viento orgulloso que por su bienestar velaba.
Ayer me encontré con un Zancudo puntiagudo, parado a mi lado esperando el tren.
- ¡Vaya pasajeros que hay aquí abajo!, pensé
Aquel Zancudo me miró con las manos a la cintura y zumbó:
- ¡¿A quién miras?! Si tengo que optar por estas cloacas subterráneas, es solo para evitar el tráfico aéreo de palomas desquiciadas volando por tu ciudad en busca de migajas de pan.
Airado, Zancudo dió un paso al frente para echar a volar y.. ¡PAF!. El parabrisas del mismo tren que esperábamos se lo llevó..ojalas al cielo, a este SanCudo colérico.
Daré dos largos pasos de ventaja para que logres la delantera, antes de tomar impulso, mi querida amiga Coneja. Pero no oses hacer trampa, que si te pillo ¡te como viva!
Note preocupes, amiga Zorra. Será una carrera honesta, aunque sufra la burla de mi familia entera.
Así, comenzó la carrera, y así fue como terminó la amiga Coneja quien, por sufrir de mala memoria olvidó el trato y..pasó a la historia.
El sábado pasado llegamos tarde; era a las 11, llegamos a las 11.30 hrs.
Así que hoy nos levantamos temprano. Tomamos la micro, luego el metro y finalmente la combinación del bus de acercamiento. Nos bajamos felices, mi Hijo y Yo. Caminamos alegres, conversando y jugando. Llegaríamos a la hora tras 50 min. de viaje.
Llegando a la puerta del Colegio, hubo quien nos miró algo extrañado y una voz murmuró – hey, ¿qué hacen a esta hora? No hicimos caso y entramos, seguíamos riendo. El profe cruzado de brazos. La clase había terminado; Hoy ¡era a las 10!
Paseaban muy alegres brinca que brinca un par de grillos amigos por entre aceras y jardines. Uno un tanto retraído -entre ambos no muy parecidos- cada salto para él sí tenía sentido, pero su amigo más se igualaba al custodio de Pinocho el muñeco de madera..ojo.
En su brincar conversado uno era el que escuchaba mientras el otro historias contaba. Pero era querible, era escuchable aunque durante todo el día fuera solo uno quien hable pues lo relatos increíbles dejaban de lado cualquier penuria e inclusive un mal brinco mal que mal, por algo eran amigos.
Ya llegaban a los rosales donde muy coquetas un par de grillitas dateadas del paseo de los solterillos muy hábilmente se habían refugiado con sus mejores trajes. Las chicas brinca que brinca rebosaban cada una de dicha pues competencia aquí no tendrían solo de ellas dependería ser cautas y audaces para cerrar este día.
Los amigos mientras paseaban deleitándose de verdes hojitas parando cuando se les daba la gana, inocentes como ni se lo esperaban se acercaban sin previsión alguna a una ingeniosa red planeada nada más y nada menos que por sus eternas enamoradas que, en vista de lo lentos que ellos resultaban muy decididas, éstos galanes hoy no se escapaban.
Brinca que brinca y la tinta se escurre desde mi pluma no queriendo revelar detalles de una pareja de amigos galanes seducidos por unas bellas grillitas que viendo el tiempo se iba acertaron un golpe a sus enamorados que tras llegar de un paseo terminaron perdidos en los rosales y cada noche muy felices, brincan que brincan
..y sus melodías..madre mía, noche y día ¡noche y día!
Mientras pensaba en mi cuento, sufrí el asalto de una loca historia que se atrevió a llegar toda incompleta portando en sus manitos cada pieza, cual rompecabezas, queriendo obligarme –es un atraco- a tomarla, entregarme y encima acudir en su ayuda; pues me dijo que como en un cuento, su vida había nacido rota, en partes parida y que hoy, al escuchar mis pensamientos había acudido desde algún lugar entre la tierra y el cielo directo a mí, como un Genio a su Aladino, con las ganas de otorgarme toda gracia que yo quisiera, a cambio de su reconstrucción y renacimiento como una historia completa y bella.
Pues heme aquí, aun con la piel erizada del susto, aun asimilando sus gritos con los que se acercó, que más bien eran graznidos. Intentando zafarme de sus tentáculos y, muy de a poco rindiéndome a su pasivo dominio e intentando organizar aquel puzle de mil pedacitos mal fragmentados de los que estaba compuesta y que al azar ponía a mi alcance y disposición, provocando en mí el efecto de comenzar al galope, sin riendas al viento y en ello apretando los dientes, para darle sentido a un tobogán de ideas que de la nada comienzan a brotar ya sin miedos y sin la tensión primera, sino abocadas a ella como si fuese mi historia y mi idea construirla. El cuento..hubo de esperar a un costado, pero reía, pues siquiera él había llegado con tal premura.
Así pues, me encuentro concentrado en mi nueva y pequeña amiga, que como un Hada, fugaz apareció rogando convertirse en una Historia y que, aunque hecha añicos, me tiene desde aquel momento feliz trabajando en su vida.
Ella, toda tierna, en los tiempos de descanso me regala variedad de mimos y se esmera porque no me falte material alguno. Se sienta a mi lado, me lee, corrige y a ratos la encuentro vanidosa ruborizada sonriendo al percatarse de algún piropo que mis manos han dejado escrito como parte de Ella misma.
Pasaron un par de horas, creo -algo perdido en el tiempo me encontraba- y una vez bosquejado el borrador, la toqué al hombro cuidadosamente para despertarla de su letargo, al que rendida tanto por el viaje, como por las horas transcurridas, se había dejado caer en los brazos de Morpheo. Asombrada me miró y de reojo, vi a mi amigo Cuento mirándola anonadado y guiñándome un ojo, como solicitando para él igual prestancia.
¡Muchas gracias, es tal como y yo quería ser! –gritaba alegre y desordenaba hojas sueltas, borradores y lápices desparramados en el cuarto. Volaron hasta las palomas que tras la ventana se habían quedado espiando.
Querida mía –le dije. No sabes lo preciada que para mí ha sido tu visita, revísate un momento a solas, que, si te gustas, ya estarás convertida en mi nueva amiga, ahora toda una Historia.
Adiós, Cris –me decía. Y yo ya no soportaba tanta emoción en mi pecho.
Contenta, con lágrimas en sus ojitos cristalinos se marchó volando y a saltos, orgullosa, diría casi engreída, dejándose ver por todos y cada uno de los transeúntes.
La miré por la ventana hasta perderla de vista. ¡Te ves bellísssima! –oí le gritaban a coro un par de Poesías.
Al rato, tras descansar y dejar que la emoción de este día, me permitiera a mi buen amigo Cuento retomar, me di cuenta de una pequeña nota dejada con su puño y letra:
“Disculpa Cris, temo que tuve que marcharme y muy a prisa. Hiciste de aquella pequeña Historia mi vida y no soportaría quedarme a esperar por mí, mientras ella se me va feliz. La seguiré, pero ya tendrás noticias nuestras, que con ella espero combinar nuestras letras y un feliz final”.